Maternidad 7/30

«Duerme ahora que luego no podrás» -era una de las frases más repetidas que escuché durante el embarazo de M. Y la verdad es que creo que dormí poco, pero porque me gusta vivir en vez de ver la vida pasar.

Ahora también duermo -más ahora que hace 2 meses- pero a ratos. Esto quiere decir: debemos entender como adultos que los bebés no pueden dormir como nosotros porque básicamente no son adultos. M dormirá como yo ahora cuando él tenga 32 años…y para eso queda muuucho!!

Y a pesar de que dormimos a esos «ratos» por las noches (se despierta cada 1,30h para mamar), y no mucho por el día (porque básicamente yo estoy viva y quiero hacer cosas, jugar con él, darle de mamar, etc…), estoy igualmente agotada.

Si. Dormir a ratos, agota.
Pero no sólo a mi. Él también se agota. Cuando consigue dormirse plácidamente, a los 10 ó 15 minutos…zas! un gas viene a visitarle y el dolor le despierta. Pobrete. Me duele verle sufrir.

Así que los dos -agotados- «caemos» plácidamente a los brazos de Morfeo cuando llega la noche. Nos fundimos en un abrazo y comenzamos a soñar juntos…

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Si, aprovecha y duerme en el embarazo. Pero sobre todo porque no te querrás perder ni un sólo instante de la vida que comienza después 😉

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Maternidad 6/30

Biológicamente estamos preparadas para tener a nuestros bebés. «La naturaleza no proporciona cachorros que no podamos mantener»- leí un día. Y es totalmente cierto. Por muy malas noches que pase, despertándome cada hora… Me levanto por la mañana con nueva energía, y una ducha reponedora hace el resto.

Así como van pasando las horas, y los cólicos de M aparecen, y el llanto se apodera del hogar, se me va consumiendo la energía… Un paseo, porteando, es lo único que le calma. Así que me pateo todo Zaragoza con él a cuestas.

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Sí, mi cara de cansancio lo dice todo. Aún os queda la tarde y la noche antes de la ducha reponedora de mañana 😉

Maternidad 5/30

La maternidad te hace re-encontrarte con los el otro de manera diferente.

Mi hermana, con la que he creído que el mundo se podía cambiar y que todo depende del color de las gafas con las que vayas por la vida, ahora juguetea con M mientras le regala una gran sonrisa.

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¡Qué cosas tiene la vida! Ya no es un «Nenuco» el que tenemos entre las manos, sino un bebito que ha crecido en mi interior…pero que parece un muñeco de lo bonito que es.

Esta mañana íbamos a paseando y Yaiza se gira y me dice: «se me hace raro portear a M»

Y tengo que decir -la verdad sea dicha-, que a mi también.

Maternidad 4/30

La maternidad -en pleno siglo XXI- hace que tengas que multiplicarte por mil y hacer malabares si no quieres perderte a ti misma y a tu bebé. De eso no hay duda.

Las mujeres no nos cansamos de escuchar esa manida frase que dice «ya verás como todo eso tendrás que dejarlo cuando seas madre«. Es casi la amenaza constante que nos rodea continuamente. Esto hace -incluso- que muchas mujeres se planteen tener o no hijos. Parece que el «mal común» fueran nuestros retoños, en vez de la sociedad en la que vivimos.. y en la que me niego a caer.

 

Sí, yo elegí ser madre de M.
Pero no por ello elegí dejar de ser Carla.
Soy Carla. La mamá de M.

Y -aunque parezca una obviedad- no lo es. Me lo tengo que recordar los días que me siento una malamadre por ponerme el cojín de lactancia sobre las piernas y la mesa de despacho a darle de mamar a M mientras yo trabajo. Porque los proyectos, el trabajo, el doctorado que tengo entre manos nadie los hará por mí y el tiempo pasa. Y la frase de «es que tuvo un bebé y…» Eso sí, esa sensación de malamadre se me olvida la mañana que me despierto a las 7am con una gran sonrisa a mi lado y unos ojos brillantes que me dicen -sin una sola palabra- «te quiero«.   Desaparece también en el sofá, cuando nos miramos mientras él mama… o cuando es la hora del baño, chapoteando sin parar con sus pies. Tantos momentos compartidos…  Y es aquí cuando -una vez más- todos nos creemos con derecho a opinar:

«es mejor momentos de calidad«- dicen unos.
«de eso nada, esa es la excusa de los que no dedican tiempo a sus hijos«-dicen otros.

Y yo creo que cada uno de nosotros hace lo mejor que sabe para nuestros bebés dentro de la vida que llevamos.

Así que dejo de teclear por un momento. Mi bebé quiere dormir y no puede. Le gusta hacerlo en mis brazos (a mi también). El mundo se para a nuestro alrededor… Ya no somos Carla y M.  Sólo somos mamá-bebé.

Maternidad 3/30

La maternidad hace que el amor se vuelva infinito en tu interior. De eso no hay duda.

Ya nunca vuelves a ver el mundo de la misma manera. Y no es porque «te cambies las gafas», sino porque te las quitas de repente para ver a través del ser más puro y maravilloso que existe: tu hijo.

Esa pequeña personita que ha crecido en tu interior durante 40 semanas (+6). Con quien te has comunicado desde el primer día que viste «embarazada +3», con quien has intercambiado movimientos y respondido a los suyos. Un ser perfecto, a quien esperas acompañar de la mejor manera posible. Haciéndole saber que pase lo que pase…estarás ahí. Y estarás ahí, siempre. Para siempre.

«Adivina cuánto te quiero» es el cuento que mi querida amiga Ana Isabel nos envió desde Teruel. Y que todas las noches leemos en voz alta. Cada vez que lo escucho me pregunto hasta dónde sería capaz de quererte…y no se me ocurre lugar más lejano que «hasta el infinito y vuelta«

 

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[Escribamos nuestra historia pequeño M. Así podrás adivinar cuánto te quiero]

Maternidad 2/30

La maternidad te empodera. De eso no hay duda. Desde siempre me ha dado «reparo» coger a los bebés de mis amigas o conocidas. ¡¿y si lo rompías sin querer?! De repente, en cinco empujones (más muuuuchas horas de trabajo e parto) tienes al tuyo entre tu pecho trepando hacia el pecho para engancharse, y en ese instante recorre por tu cuerpo una fuerza -muy necesaria- que te acompañará siempre. La maternidad, le llaman.
Fuerza para confiar en ti.
Fuerza para levantarte a pesar de haber dormido 2h en toda la noche.
Fuerza para superar grietas y mastitis por el bien de la lactancia para tu bebé.
Fuerza para saber que puedes con mucho más de lo que imaginabas.
Y cuando el cansancio y agotamiento te pueden… de repente tu bebé se apoya en ti y sus fuerzas y te las pasa a través de su mano. Esa pequeña mano que ha sido capaz de cambiar tu mundo. De cambiarte a ti.
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[Gracias mi pequeño maestro por convertirme en tu madre]